Estel Mallorquí, CEO de la plataforma Biwel, especializada en este tipo de programas, nos da las claves de cómo diseñarlos y cómo se calcula la rentabilidad de la inversión en felicidad.

Tu propio programa
Lo ideal es que el programa combine ciencia, conocimiento, empoderamiento, gamming y tecnología. Además, debes trabajar, sobre todo, factores como la inspiración o sentimiento de propósito, el reconocimiento y el sentido de pertenencia, los que más inciden en la rentabilidad y la capacidad de retener el talento de una empresa, según el Instituto Gallup. Por otro lado, tu programa debe estar alineado con la estrategia global de tu organización, ya que lo que se busca es provocar un cambio cultural eficaz y crear un entorno de trabajo saludable.

“Para definir estos objetivos, la empresa debe formularse preguntas como: ¿por qué invertimos en estos programas?, ¿qué pretendemos conseguir y cómo lo va a valorar el trabajador?”, señala.

Lo fundamental para el éxito del programa, según Mallorquí, “está en aportar conocimientos de rigor científico y en crear entornos propicios para su práctica, de forma dinámica y participativa. Además, es clave que se puedan aplicar a la vida laboral y personal de forma sencilla y que se trate de programas individualizados y progresivos, que impliquen una práctica regular y que resulten divertidos”.

El roi de la felicidad
La puedes calcular midiendo datos de salud y bienestar y otros indicadores como la satisfacción, la participación, la disminución de bajas laborales y el absentismo. Para que esté bien cuantificado, debes contrastar la situación de valores cuantificables antes y después de su implementación.

“El primer indicador de beneficio para la empresa radica en la disminución de las bajas laborales producidas por la incapacidad temporal o por accidentes de trabajo. Para extraer este primer indicador se contrasta si el grupo adscrito al programa posee indicadores mucho más positivos que el resto de empleados tanto en el número de bajas como en la duración media de éstas y, por lo tanto, en el número total de días perdidos para la empresa por este concepto. Aquí obtenemos ya un indicador que nos dice la ganancia neta para la empresa, tanto económica como en productividad. Como dato orientativo, hay programas con los que se puede reducir las bajas hasta un 30%”, asegura la CEO de Biwel.

Pero hemos dicho antes que conviene medir también la rentabilidad del programa a través de intangibles que inciden directamente en el rendimiento de los empleados, como el nivel de compromiso o su satisfacción laboral. ¿Cómo medir estos intangibles? “Para evaluar los factores intangibles ha surgido una nueva métrica: el VOI (Valor de la Inversión). Se cuantifica mediante sistemas de análisis más personales como encuestas o conversaciones con los empleados”.